
Anonadados nos encontramos en la redacción.Y es que lo último que nos podíamos esperar a estas alturas de la vida es engancharnos a una canción de Nicki Minaj, considerarla sublime y empezar a pensar que quizá debajo de sus pelucas, hay talento real.
Eximimos a la redacción de cualquier responsabilidad en este asunto y la atribuimos enteramente a nuestro amigo de Tel Aviv, Z.A.H., único y verdadero culpable de esta situación inaudita desde Starships, última vez que Nicki moló.

La canción, el útlimo track de su último disco The Pinkprint, nos muestra una imagen poco habitual de la norteamericana, una Nicki que no rapea, con sentimientos, que sufre y canta bien, sin histrionismos ni artificios. A continuación os dejamos con Grand Piano, para que podáis juzgar vosotros mismos:
Nicki MInaj – Grand Piano
La grandeza de la canción y de los logrados vocals de una Nicki Minaj que suena más a Birdy que a ella misma, parecen inspirados en la ruptura, tras doce años de relación, con su ex Safaree Samuels, que tanto han aireado en las redes sociales y que ninguno de los dos parece estar llevando demasiado bien.
¿Conseguirá Nicki Minaj la credibilidad necesaria para hacer que este tema funcione a nivel comercial tras la circada de Anaconda? Recordemos que esta última se convirtió en un éxito inesperado, sobre todo, gracias al homenaje a los culos grandes y a los plátanos de su videoclip. La canción así lo merecería.
