Con Katy Perry como maestra de ceremonias de la Superbowl el espectáculo estaba asegurado. La cantante no tendrá mucha voz, pero eso es lo que menos importa aquí. Con un impresionante despliegue de medios, un puñado de hits que conoce hasta tu abuela y su inseparable y leal amigo el playback, Perry rugió como nadie y demostró que en esto del entretenimiento no hay quien la gane.

La cantante ofreció en el intermedio deportivo más seguido del mundo un número de doce minutos durante los que la pudimos ver subida a lomos de un león gigante en “Roar”, reproduciendo un tablero de ajedrez viviente en “Dark Horse” y sobrevolando cual estrella fugaz todo el estadio en un épico final a ritmo de “Firework”. Incluso logró no parecer ridícula durante el medley de “Teenage Dream” y “California Gurls” en el que salió acompañada de balones de playa y tiburones haciendo de bailarines y coristas. ¡Lo más!

A la californiana le acompañaron Missy Elliot, venida del más allá para recordarnos sus éxitos “Get Ur Freak On” y “Work It”, y Lenny Kravitz, ninguneado como a un mindundi al ponerle a cantar el himno lésbico “I Kissed A Girl” a dúo con la Perry en lugar de cualquier otra canción de su repertorio. Al menos sirvió para que ella se restregara con todo su paquete cual Miley Cyrus con Robin Thicke. ¿Habrá polémica?

A todo esto, los New England Patriots fueron los campeones del partido. Sabemos que os lo estabais preguntando.