
Después de unos años en que, sin demasiado sentido, toda la legislación parecía remar en contra de la música en directo, tanto en Madrid como en Barcelona, parecen darse los primeros pasos en dirección opuesta.
Estamos hablando de unas limitaciones de tal calibre que han llegado a poner en peligro la supervivencia de, entre muchos otros, locales tan míticos como el Heliogàbal dónde pudimos ver el último concierto de Tulsa, y que llegó a anunciar la cancelación de todos sus conciertos por el temor a las multas (tras recibir varias de ellas, que en algún caso señalaban, entre el argumentario, cosas tan graves e inhumanas como que “había gente bailando sin haber pista de baile”). Locura máxima.

Ahora, por fin, ha llegado el momento en el que el Ayuntamiento de Barcelona se posicione y, afortunadamente, lo ha hecho a favor de la música. El objetivo es claro: que todos los locales (bares, restaurantes o cafeterías) puedan organizar conciertos de música amplificada desde finales de marzo.
Programar conciertos en salas pequeñas dejará de ser un acto “arriesgado” y “económicamente suicida” para pasara a ser perfectamente legal. Por fin, las instituciones valoran la música en vivo como un activo y no como el enemigo a batir.
Sin duda, y con las limitaciones que contiene la ley para proteger problemas de seguridad y vecinales, esta medida favorecerá el ambiente músical de la ciudad condal y lo promoverá. Además, se prevén subvenciones para garantizar la insonorización de locales que quieran aislarse acústicamente para adecuarse a las normativas de seguridad y no “ahogarles financieramente” por sus pretensiones musicales.
Bravo.
